Para saber la historia de la Cumbia Sampuesana es impresindible primero conocer a su autor, José Joaquín Bettín Martínez.
José Joaquín Bettín Martínez.
Nacio en sampues sucre, el 22 de octubre de 1920 en el hogar de la familia Bettín Martínez, sus padres Joaquín y Gregoria, lo llamaron José Joaquín Bettín Martínez, y ninguno de los dos sospechó que fuese a convertirse en el máximo exponente de la cultura Sampuesana ante Colombia y el mundo. “Juaco Bettín” como solían llamarle sus amigos, pasaba mucho tiempo viendo y escuchando a sus dos hermanos mayores Gregorio y Pedro interpretar el clarinete, lo que se convirtió en motivo de admiración para él, pero esto no significó que siguiera los mismos pasos de ellos, ya que su afición seria el redoblante en las bandas de música de viento, la caja y el acordeón en los conjuntos vallenatos.
Con esa pasión por la música y con solo 9 años de edad, al escuchar las inconfundibles notas de un acordeón en el famoso estadero que estaba ubicado detrás de la iglesia del pueblo llamado “El blumén” Joaquín salía corriendo de inmediato a conocer al osado interprete de ese magnífico instrumento que como él bien lo decía hacia que la música corriera como sangre por sus venas.
Lo que nunca pensó fue que entre esas carreras por ver tocar ese instrumento conocería a Heriberto Villamil, acordeonista como se les llamaba en ese entonces, de los buenos.
Aunque su pasión era el acordeón, acompañó por todas las sabanas de Córdoba, Bolívar y sucre a Anastasio Oviedo, y también a Heriberto Villamil tocando la tambora.
Con gran esfuerzo aprendió a tocar el acordeón por sí mismo, sin embargo recuerda muy bien que recibió un poco de ayuda de Alfredo Gutiérrez y Poldo Salazar.
Ante la falta de dinero y con el anhelo de tener su propio acordeón, encargó uno, pero ¿de dónde iba a salir la plata para pagarlo? No sabía. Pero como dice el dicho popular siempre hay una “luz al final del túnel” y esa luz fue el señor Ricardo Dajud quien le prestó $25 pesos al interés y así pudo comprarse su primer acordeón.
Pero en esa parte de su vida no termina la historia, es entonces cuando viene una de las etapas más importantes de ésta, y en la que lograría realizar una de sus obras maestras, y la que le daría la gloria ante nuestro país y el mundo entero.
NACE LA CUMBIA SAMPUÉSANA
Estando en Sampués en un día marcado por grandes nubarrones, levantó su acordeón y emprendió el camino hacia uno de los corregimientos de este municipio llamado Peralonso, con destino al sitio de descanso de los arrieros de ese entonces, la casa de la señora Ana Perfecta Galván, donde Bettín mostraba sus dotes en el dominio de su instrumento.
Pero por cosas de la vida ese día le cogió la noche en ese paraje, y a eso de las 6 de la tarde decide sentarse en el corredor de la casa, viendo como enfrente suyo en un bello ritual amoroso las luciérnagas y los cocuyos se encendían y apagaban, con esa hermosa vista, Joaquín Bettín tomó su acordeón y comenzó a imitar ese titilar de luciérnagas, en ese momento nace la cumbia Sampuesana, la obra musical que le muestra la gloria.
Fue tanta la trascendencia y la importancia que adquirió esta pieza musical que el jueves 21 de octubre de 1982 con la noticia de que Gabriel García Márquez había ganado el Premio Nobel de Literatura Emilianito Zuleta interpretó la más grande obra musical de nuestro folclor: La cumbia Sampuesana de la autoría del maestro José Joaquín Bettín Martínez.
De igual forma varios artistas como Aniceto Molina, Israel Romero y muchos más han conquistado los grandes escenarios del mundo con una sola interpretación de esta cumbia orgullo de nuestro país y con una de las frases más bellas de su letra “vamos a tejer un sombrero Sampuesano y lo vamos a vender al continente americano” y así poco a poco tras cada interpretación de nuestra cumbia se va tejiendo otra línea de el gran telar de la cultura Sampuesana.
Por: Carlos J. Bolivar
José Joaquín Bettín Martínez.
Nacio en sampues sucre, el 22 de octubre de 1920 en el hogar de la familia Bettín Martínez, sus padres Joaquín y Gregoria, lo llamaron José Joaquín Bettín Martínez, y ninguno de los dos sospechó que fuese a convertirse en el máximo exponente de la cultura Sampuesana ante Colombia y el mundo. “Juaco Bettín” como solían llamarle sus amigos, pasaba mucho tiempo viendo y escuchando a sus dos hermanos mayores Gregorio y Pedro interpretar el clarinete, lo que se convirtió en motivo de admiración para él, pero esto no significó que siguiera los mismos pasos de ellos, ya que su afición seria el redoblante en las bandas de música de viento, la caja y el acordeón en los conjuntos vallenatos.
Con esa pasión por la música y con solo 9 años de edad, al escuchar las inconfundibles notas de un acordeón en el famoso estadero que estaba ubicado detrás de la iglesia del pueblo llamado “El blumén” Joaquín salía corriendo de inmediato a conocer al osado interprete de ese magnífico instrumento que como él bien lo decía hacia que la música corriera como sangre por sus venas.
Lo que nunca pensó fue que entre esas carreras por ver tocar ese instrumento conocería a Heriberto Villamil, acordeonista como se les llamaba en ese entonces, de los buenos.
Aunque su pasión era el acordeón, acompañó por todas las sabanas de Córdoba, Bolívar y sucre a Anastasio Oviedo, y también a Heriberto Villamil tocando la tambora.
Con gran esfuerzo aprendió a tocar el acordeón por sí mismo, sin embargo recuerda muy bien que recibió un poco de ayuda de Alfredo Gutiérrez y Poldo Salazar.
Ante la falta de dinero y con el anhelo de tener su propio acordeón, encargó uno, pero ¿de dónde iba a salir la plata para pagarlo? No sabía. Pero como dice el dicho popular siempre hay una “luz al final del túnel” y esa luz fue el señor Ricardo Dajud quien le prestó $25 pesos al interés y así pudo comprarse su primer acordeón.
Pero en esa parte de su vida no termina la historia, es entonces cuando viene una de las etapas más importantes de ésta, y en la que lograría realizar una de sus obras maestras, y la que le daría la gloria ante nuestro país y el mundo entero.
NACE LA CUMBIA SAMPUÉSANA
Estando en Sampués en un día marcado por grandes nubarrones, levantó su acordeón y emprendió el camino hacia uno de los corregimientos de este municipio llamado Peralonso, con destino al sitio de descanso de los arrieros de ese entonces, la casa de la señora Ana Perfecta Galván, donde Bettín mostraba sus dotes en el dominio de su instrumento.
Pero por cosas de la vida ese día le cogió la noche en ese paraje, y a eso de las 6 de la tarde decide sentarse en el corredor de la casa, viendo como enfrente suyo en un bello ritual amoroso las luciérnagas y los cocuyos se encendían y apagaban, con esa hermosa vista, Joaquín Bettín tomó su acordeón y comenzó a imitar ese titilar de luciérnagas, en ese momento nace la cumbia Sampuesana, la obra musical que le muestra la gloria.
Fue tanta la trascendencia y la importancia que adquirió esta pieza musical que el jueves 21 de octubre de 1982 con la noticia de que Gabriel García Márquez había ganado el Premio Nobel de Literatura Emilianito Zuleta interpretó la más grande obra musical de nuestro folclor: La cumbia Sampuesana de la autoría del maestro José Joaquín Bettín Martínez.
De igual forma varios artistas como Aniceto Molina, Israel Romero y muchos más han conquistado los grandes escenarios del mundo con una sola interpretación de esta cumbia orgullo de nuestro país y con una de las frases más bellas de su letra “vamos a tejer un sombrero Sampuesano y lo vamos a vender al continente americano” y así poco a poco tras cada interpretación de nuestra cumbia se va tejiendo otra línea de el gran telar de la cultura Sampuesana.
Por: Carlos J. Bolivar